El P. Vincent Diouf, Misionero Oblato Senegalés de María Inmaculada, fue párroco en nuestras misiones de Koungheul y Koumpentoum en Senegal. Vive en Dakar desde hace unos meses y es el Superior de la Delegación Oblata de Senegal y Guinea Bissau, que cuenta con más de sesenta Oblatos, casi todos senegaleses.
Vincent, ¿qué significa para ti “ser misión”?
Creo que es algo tan importante para mí como lo es para la vida de la Iglesia. La Iglesia existe porque es misión. Jesús fundó la Iglesia para que tuviera la misión de dar a conocer que Dios Trinidad es una relación de amor. Esto debe reflejarse en la Iglesia y aquí radica nuestra misión: proclamar el Amor de Dios Trinidad y trabajar para que este amor viva y actúe entre nosotros. “Ser misión” para mí es sentir que la misión del Señor es mi misión, hoy y donde estoy y donde vivo para mi pueblo. Además, soy Misionero Oblato de María Inmaculada: soy un instrumento a través del cual Dios quiere hacer visible su bondad y misericordia a la gente.
Según tú, ¿cuáles son los esfuerzos para lograr la misión?
Me parece que hay un vasto campo por recorrer en la obra de evangelización. Hasta hace unos meses fui párroco en Ngueniene, una parroquia que es muy grande en términos de territorio y tiene muchos pueblos. Son muchos los cristianos, bautizados y bautizadas, a los que acudimos regularmente a sus pueblos y comunidades para celebrar la Eucaristía, para encontrarnos con ellos en encuentros de catequesis y de formación o para organizar actividades. También hay muchos musulmanes y para ellos también somos un punto de referencia tanto en la oración (nuestras celebraciones eucarísticas son un testimonio importante para ellos) como porque trabajamos mucho a nivel social con diversos proyectos como los bancos de mijo, la excavación de pozos, la educación en nuestras escuelas… Por lo tanto, existe una necesidad de disponibilidad y autenticidad hacia estas personas. Disponibilidad para estar dispuesto a aceptar lo que Dios pide de mi vida, autenticidad porque se necesitan discípulos que estén cerca de la gente y que les hablen de Dios, de una manera que sea verdadera y coherente con sus palabras y con sus vidas.
¿Puede decirnos algo sobre la disponibilidad y autenticidad del discípulo misionero?
Disponibilidad. Jesús escogió un grupo de 12 apóstoles, luego hubo hombres y mujeres que lo siguieron. Estas personas tenían disponibilidad total y sin reservas, daban una respuesta libre a la invitación de Jesús. Así que para mí, a pesar de mis fragilidades humanas, trato de seguir a Cristo para anunciar el Evangelio donde Él me coloca, en los lugares y con las personas que Él ha pensado para mí.
Autenticidad. Todo misionero está llamado a ser auténtico, verdadero, coherente. Así es como la gente nos quiere. También me doy cuenta de que debo preservar una hermosa intimidad con Cristo y hacer crecer los dones que Él me ha dado. Disponible y auténtico, para ir al encuentro de la gente…
¿Qué es lo que más te gusta de tu vida misionera?
Lo primero que me gustaría decir es la “alegría” de compartir la misión misma de Cristo, libremente y con otros hermanos de mi familia que son los Misioneros Oblatos de María Inmaculada. Luego, el hecho de sentirme portador de una responsabilidad que es anunciar y compartir el Evangelio: es algo hermoso y grande, ¡Dios cuenta conmigo! Por último, sentir la presencia del Espíritu Santo que me ilumina en los momentos de dificultad y me da la fuerza para seguir “en misión” como sacerdote misionero.
¿Una última palabra?
A los que me leen, simplemente les quiero decir que formamos una sola familia que es la Familia-Iglesia de Dios. Somos bautizados en el Señor, somos bautizados en el nombre de la Trinidad. Por esta razón, cada bautizado, además de ser misionero, debe ser un verdadero testigo del amor de Dios. Al igual que el Papa Francisco, quisiera decir que todos vosotros, todos nosotros, “somos una misión”.
Editado por Flavio Facchin omi